sábado, 19 de octubre de 2024

«El Señor Oso». Un cuento de Estefania Rossie Torres Añamuro

 

EL SEÑOR OSO[1]

 

Estefania Rossie Torres Añamuro[2]

 

Siempre me gustaron las flores blancas. Mamá decía que el Señor Oso se las daba todos los días desde que supieron que yo venía en camino, y que cuando nací, también estaban ahí. Cada vez que me contaba esa historia, su sonrisa era tan grande que yo también empecé a amarlas.

Aún recuerdo la mañana en que el Señor Oso me dijo que ella se había ido. Yo estaba triste, no se había despedido, se fue mientras yo dormía.

—¿Dónde está mi mami? — pregunté entre lágrimas.

—No te preocupes, ella volverá —sus grandes manos me reconfortaron—, mamá volverá.

No habían pasado tantos años desde que se había ido cuando mi ropa se manchó con sangre. Recuerdo que estaba aterrada. Mamá a veces tenía sangre en su ropa también, pero ella siempre me decía que estaba bien. Yo no estaba bien, dolía mucho. Le conté al Señor Oso y al ver mi ropa, sonrió. Me abrazó y me dijo que no debía tener miedo, que estaba muy cerca de ser como ella.

Desde ese día, dejó de traer flores blancas. En su lugar empezó a traer rosas rojas. Yo estaba asombrada, solo las había visto en los libros que había en casa, ¿pero en persona? Nunca.

—¿Y? ¿Qué te parecen?

—Son muy lindas, pero ¿las de siempre?

—No te preocupes por eso, mira estas, ¿no son más bonitas?

—Si.

—Entonces las traeré más seguido — se arrodilló ante mí sin mucha utilidad, aún debía doblar su espalda un poco para besarme la mejilla — para mi chica especial.

Esa noche me dio un regalo después de cenar. Las luces estaban apagadas y había velas encendidas encima de la mesa. Tras una corta charla, se levantó y sacó de su bolsillo el anillo que mamá siempre traía en su mano.

—Prometí dártelo cuando tuvieras edad. Me hubiera gustado hacerlo antes, pero eras una niña. Ahora mírate, eres toda una mujer.

Esas palabras me emocionaron, él me veía como una mujer. Una mujer como mamá. Fantaseé con aquella imagen, una señorita agraciada y esbelta, aunque mi figura aún carecía de curvas. Volví a la realidad cuando sentí cómo me colocaba aquel anillo que brillaba hermosamente bajo la luz de las velas.

Días después, el Señor Oso me besó. Apenas cruzó la puerta blanca y me vio, acortó la distancia dando pasos largos para besarme intensamente. Cuando logré alejarlo me explicó que le recordé a ella y se emocionó. Eso me gustó, me parecía a mamá. Siguió haciéndolo cada día, y yo empecé a rodear su nuca con mis brazos, recordando cómo se besaban ellos.

Una noche empezó a dormir conmigo. Usualmente, solo me besaba y se iba. Pero esa vez entró en mi cama y me abrazó antes de besar mi cuello y decir buenas noches. Fue raro sentir sus labios besar un lugar nuevo, su frondosa barba hizo cosquillas y sus labios dejaron una huella húmeda.

La noche en la que me dijo que me amaba, fue después de decir buenas noches. Yo estaba casi dormida cuando sentí sus manos separarse de mi cintura. Una mano subió hasta mi pecho y apretó aquellos pequeños bultos. La otra mano bajó hasta la unión entre mis piernas acariciando gentilmente, extrañamente se sintió familiar. Paro al darse cuenta que estaba despierta y se subió encima, sosteniendo su peso sobre sus manos.

—¿Quieres ser como mamá? —no entendí en ese momento, pero sí, yo quería ser como mamá.

Asentí.

Lo que hizo se sintió irreal. Dolió más que la vez que salió sangre por primera vez. Al dolor lo siguió el cantar de la madera bajo nuestro y las respiraciones agitadas. Aún dolía. Esa noche descubrí nuevas sensaciones. Descubrí un nuevo calor que no venía de una fogata, pero que ardía intensamente dentro mío, que me enseñaba lo desconocido envuelta en sus brazos gruesos y peludos. Fue como la primera vez que admiré las estrellas en el cielo, esas luces titilantes en el manto oscuro, junto a esa misma luna que nos observaba hoy, aquellas luces destellaban maravillosamente en mi interior, nublando todo pensamiento y concentrándose en aquello que mi cuerpo estaba descubriendo. Reaccioné cuando su peso cayó en seco a mi lado, haciendo que el colchón me levantara en un pequeño salto.

—Te amo.

Aquello se repitió hasta que después de un tiempo empecé a sentirme extraña, vomitaba demasiado. Asustada se lo conté al Señor Oso, él solo sonrió. Al día siguiente yo no podía creer lo que veía en sus brazos, ya no eran esas rosas rojas, ¡eran flores blancas! Me emocioné tanto que solo pensé en besarlo con todo el amor que le tenía.

—Vas a ser mamá — … a esto se refería.

Tras unos meses, nació mi bebé. El Señor Oso estuvo todo el tiempo conmigo. Siguió trayendo flores blancas todos los días, y trajo muchas más el día que nació mi bebé, estuvo muy contento al saber que era una niña. Cuando ella creció le conté que eran mis flores favoritas.

Ya hace unos años de eso. Esta noche yo ya había arropado a mi niña. Como siempre estuvo llena de energía, y al llegar a la cama, mi cuerpo cayó rendido.

Unos pasos pesados me despiertan. Quiero abrir los ojos, pero siento una presión rígida y firme en mi rostro. ¿Una almohada? Es difícil respirar. Quiero separarla de mi rostro, pero mi cuerpo se siente débil. Me asfixia. Me está asfixiando. No puedo respirar. Tengo miedo. ¿Dónde está el Señor Oso? ¿Qué pasará con mi bebé?

—Tranquila, irás con mamá.

¿Señor Oso? ¿Por qué no me ayuda? La desesperación no me deja pensar. No puedo pensar por qué el Señor Oso no me ayuda. Duele. ¿Mamá? ¿Iremos con mamá? ¿Si me tranquilizo podremos ir con mamá? Pero me duele. Duele. ¡Duele mucho! ¡Por favor, ayúdame! ¡Tengo miedo, todo está oscuro! ¡No puedo! ¡No puedo…!

Ya no duele… mi cuerpo se siente tan liviano, ¿Una luz blanca? Como las flores que a mamá le gustan. Es tan cálida… como ella.







[1] Publicado por primera vez el 2024 en la revista arequipeña Criatura en frenesí [Narrativa]. Nro. 1, pp. 16-17.

[2] Estefania Rossie Torres Añamuro (Arequipa, 2004). Es poeta y escritora. Actualmente es estudiante de la Escuela Profesional de Literatura y Lingüística de la Universidad Nacional de San Agustín. Su primera publicación fue en la revista escrita por mujeres Criatura en Frenesí, con el cuento “El Señor Oso”.

Instagram: @e_ross_to

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