martes, 23 de abril de 2024

Ximena López Bustamante. Una alquimista de la verdad onírica

 


UNA ALQUIMISTA DE LA VERDAD ONÍRICA

 

[Entrevista a Ximena López Bustamante[1]
sobre su libro Interior VI. Técnica mixta]

 

 

 

Por Edward Álvarez Yucra

 



 

¿Por qué el número seis en el título? Interior VI. Técnica mixta anticipa el tema y el estilo, pero la numeración es intrigante.

 

Hay cierta relevancia en traducir los números de manera simbólica a lo largo del libro. Desde el epígrafe podemos leer:

 

«Sentí como si hubiese dejado detrás el

aspecto sórdido y doloroso de la Materia

y entrase en un mundo que podía ser la

expresión matemática de la Vida»

Leonora Carrington, Memorias de abajo

 

La intención del seis tiene —digamos— múltiples respuestas que son también interpretaciones. Por ejemplo, el seis podría verse como la unión de un par de tríadas, el conjunto de dos cifras iguales; entendiendo al tres como un número que simboliza al ser humano, quien está compuesto de una mente (1), un cuerpo (2) y un espíritu (3). Esto solo por darle una vaga interpretación al tres, puesto que son inacabables las infinitas interpretaciones que los números, entendidos como símbolos, pueden significar a nivel físico y metafísico. Entonces, entender la «matemática de la Vida» que nos dice la pintora surrealista Leonora Carrington es una cuestión casi alquímica. Es, en cualquiera de sus significancias, transformadora.

En la segunda parte del libro «Panteras violetas del espejo» —por decir— se puede ver la espejación que hay entre los números, cada poema tiene como título números reflejados de manera capicúa (1:1; 2:2; 3:3...9:9). Hay una suerte de enfrentar la alteridad que la voz poética puede tomar, un diálogo de voces. Encuentro también la unión de dos trilogías, dos seres en apariencia iguales, dos polaridades que podrían completar la Unidad.

Si seguimos tirando del hilo, podemos también toparnos con el número nueve, las dos primeras partes del libro tienen un conjunto de nueve poemas en cada una, el nueve también como un conjunto de tres tríadas. Entonces, la cosa va tomando ritmo, ¿no crees? 

Por otro lado, tenemos el VI en números romanos que persigue el deseo de pertenecer a un lenguaje de galería. Deseo que se evidencia en la portada del libro.

Como te decía en un principio, estas son sobre todo interpretaciones adonde nos lleva la simbología de números. En alguna entrevista me dijeron que quizás el seis provenía del número de letras que compone mi nombre, lectura que me sorprendió gratamente pues no hubo esa intención de mi parte. Fue, sin embargo, una simpática casualidad, acaso un guiño de la Vida.

Por último, hay una carta en la parte final del libro «Cartadentros» donde resalto:

«Pero hay otro juego del cual no somos ajenas. Uno que coquetea con mi mente, te burla, me desafía, nos refleja. Los números hablando en códigos repetitivos, lenguajes capicúas que gritan lo mismo: somos».

 

Ya que mencionas esta multiplicidad de sentidos en los números, ¿no te parece que tienen cierto parecido a la teosofía o el esoterismo? A veces me parece que los poetas tienden al misticismo desde sus propios símbolos. ¿Te parece que el poeta es un místico? ¿O cómo prefieres verlo?

 

Prefiero ver al poeta como un alquimista.

 

¿Qué lugar ocupa tu natal Arequipa en este libro? ¿Qué sensaciones te ha despertado en el proceso de escritura?

 

Arequipa tiene ciertas virtudes que a una la marcan. Entre todas ellas, la luz tan vital que su sol picapedrero [Peralta dixit] irradia sobremanera. He tenido la suerte de vivir en una ciudad con gran cercanía a la Naturaleza y aunque migré a los diecinueve años a Lima, volvía cada verano a visitar a la familia por lo que nunca me he alejado del todo de Arequipa. Incluso ahora, sigo yendo constantemente a mi ciudad, sigo familiarizada con la escena cultural —o lo que entendemos como escena cultural—, leo los medios de comunicación locales, entre otros.

En la primera parte del libro «Fragmentos de un país al viento» se pueden leer versos como «proliferadas palomas salidas del sillar» o «y escucho al texao hablador desde el cañón». En el primer caso, se habla de la piedra volcánica, el sillar, la cual tiene un tono blanquecino que le da cierta estética a la piedra y, por ende, a la ciudad. Porque el centro histórico de Arequipa está construido, en su mayoría, con sillar. En el segundo caso, se hace referencia a la planta del texao, símbolo de Arequipa. Alfombra floral que crece, sobre todo, a las orillas del río Chili en la zona de Chilina donde pasé muchos años de mi juventud entre amigas, amigos, amigues y estimulantes varios.  

 

El primer poema en esa sección transmite nostalgia por la partida, pero también parece un acto inevitable para alcanzar un potencial mayor. ¿Dirías que tu vida literaria comenzó en Lima?

 

Mmm… podría decir que sí, pero a la vez que no. Arequipa ha sido tanto como Lima en mi vida profesional. La escritura —mi escritura, quiero decir— es apátrida, acaso con el gentilicio de una misma.

 

¿Hay algo en la escena literaria de Arequipa que te haya ayudado en tu formación poética?

 

Muchísimo. La comunidad arequipeña es bastante generosa. La escena, a nivel literario, está viva. Existen actualmente puntos de encuentro donde las, los y les escritores se reúnen, intercambian ideas, versos, pasos de baile, etc. Hay apetito en la ciudad, en la juventud y eso es positivo, sin duda, porque hay alimento. Arequipa es cuna de poetas, cada vez leo mejor poesía a nivel local. Aplaudo la resistencia de la aparición de más editoriales independientes, por ejemplo. El aguante, también, de los boletines o revistas que difunden el trabajo literario arequipeño del presente. Yo estoy muy conectada con mi ciudad como te lo decía. Para muestra un botón: Nuveliel&Ximena.

 

En la segunda sección: «Panteras violetas del espejo», mencionas un oasis de coral donde se consuma sin culpa el fuego secreto del lenguaje. ¿Qué tipo de culpabilidad impediría consumar ese fuego en otros lugares que no sean ese oasis?

 

Creo que la palabra «oasis» aquí no funciona individualmente; funciona, por el contrario, el verso «un oasis de coral donde se consuma sin culpa: el fuego secreto de nuestro lenguaje».

Respondiendo a tu pregunta, la culpabilidad que impediría consumar ese fuego del lenguaje al que hace referencia la voz poética es, desde luego, la no diferenciación que se tiene, por ejemplo, entre palabra y verso.

En un lugar fuera del oasis, se lee la poesía como un conjunto de palabras, de significantes, de ideas, etc. En un lugar dentro del oasis, en cambio, se lee la poesía como un conjunto musical de versos que son percepciones del espíritu que posee el poema/obra. 


                                                         ¿Qué detiene el lenguaje de un poeta?

 

Nada. El lenguaje de un poeta trasciende incluso, y sobre todo, al libro mismo. Entonces, le sumaría, ¿y cuáles son los límites de ese lenguaje? Tampoco los hay. En el poema el fin es un nuevo inicio y viceversa, cada salida es una nueva entrada, el tiempo del poema es un punto sin fecha ni data, el punto de intersección o la persecución del presente.

 

Lo que dices me trae a Wittgenstein a la mente. Si los límites del lenguaje son los límites de la consciencia, ¿podríamos decir que lo que limite el lenguaje del poeta es el mismo poeta? Es un ser mortal, finito como todo humano, tal vez su preocupación está en encontrar sus propios límites. Un lugar hasta donde lo lleven sus pies.

 

Al final todos terminamos mordiéndonos la cola...

 

También mencionaste que no hay data ni fecha. Me recuerda una idea que esbozó Mario Montalbetti: «El poema es cuestión de espacio, no de tiempo». Al margen del contexto en el que lo dice, ¿qué interpretación le darías?

 

Lo mencioné en torno a la idea que teje Celan sobre «el punto cero». Ese punto que carece de fecha y de data, ese punto donde convergen las polaridades, etc.

En cuanto a lo que menciona Montalbetti, lo respeto. Tendría que leer con más atención su obra para hacer algún comentario. He leído muy poco de él.

 

¿Qué relación encuentras entre las cartas y la poesía? ¿Crees que ambas se parecen en su expresión íntima, emotiva o sincera?

 

Sobre todo, la relación que yo creo encontrar en ambas es la verdad en sus textos. Siento que es más útil escribir lo que uno ha sentido o experimentado que simular un conocimiento independiente de cualquier persona. O lo que Valéry llamaba una «observación sin observador».  

Si nos detenemos un momento a pensar en ambos géneros literarios —epistolar y poético— nos daremos con la (no) sorpresa que son similares, en tanto que no existe teoría (discurso del yo poético) que no sea un fragmento o verso, cuidadosamente preparado, naciente de alguna autobiografía.

Lo que ambos géneros poseen, sin duda, es la riqueza y la fertilidad que la verdad ocupa en el texto. En el tratamiento de esa verdad es donde radica la legítima labor del poeta —visto como constructor de universos— donde el salto a la ficción es admisible siempre y cuando se ajuste a la lógica del universo poético.

 

Interesante. Pienso que el periodismo es la historia instantánea porque reconstruye hechos para alcanzar la verdad de un acontecimiento, solo que con mayor cercanía temporal y con una intención mediática. ¿Sientes que tu lado periodístico te ha influenciado de esta forma en el concepto que tienes de la poesía? ¿O de qué manera te parece que lo ha hecho?

 

El periodismo es parte mi escritura, por supuesto. Siento, sin embargo, que el tratamiento que le doy a la verdad en periodismo no es similar al tratamiento de la verdad del poema. En el poema nuestra verdad se rige a una (no)lógica trazada por el autor. En ese universo poético, entonces, es posible alcanzar la verdad. Entendiendo la verdad no como una certeza sino como una percepción del espíritu del poema.

En el periodismo, por el contrario, no existe tal cosa como un universo poético, existe la realidad. En periodismo tenemos que escribir con data que respalde lo que decimos, con fuentes que sujeten nuestros argumentos. Hay una realidad a la que hay que regirnos.

Pero, cuidado, esto no la convierte en una escritura frívola. Nada más alejado de la realidad, el periodismo, combinado con los recursos estilísticos de la literatura, produce textos literarios. Ahora le llaman Literatura de no ficción, antes le decían Periodismo Narrativo o Literario. De cualquier manera, ese periodismo es el que me representa.

Etiqueta Negra, la revista peruana de periodismo narrativo fundada por Julio Villanueva Chang, es una prueba digna de ello. También tenemos a Gatopardo, El Malpensante, Letras Libres, etc.

 

Considerando el título del taller que has venido dictando en estos últimos meses, ¿dirías que la verdad del poeta se busca a través de sus heridas abiertas? ¿Buscarla implica escarbar hasta la escritura?

 

No creo que la verdad del poeta se reduzca a sus heridas abiertas. Creo que el taller que estoy compartiendo, el cual lleva el nombre Herida abierta o escarbar hasta la escritura es más bien una desmitificación o desromantización que se tiene de la escritura. En ese sentido, siento que el taller es un engranaje más para la búsqueda. Un espacio donde puedas recoger herramientas que te permitan escarbar, con ternura fervorosa, hasta encontrar la escritura. El taller es muy íntimo, si te detienes a ver el temario o sílabus, notarás la construcción de temas y lecturas seleccionadas para cada sesión y cómo la bola de nieve va sumando más y más.

 

¿Qué admiras del Surrealismo? ¿Qué cosas te parecen más trascendentales de su estética?

 

Admiro muchísimos enfoques del Surrealismo, me resulta difícil enumerarlos. Quizá este libro sea un elogio involuntario a la vanguardia, no lo sé. Lo que puedo contarte es que mi primer acercamiento al Surrealismo fue a nivel visual, estético, a través de su pintura. En la década de mis veintes, estuve muy pegada a algunos representantes de la época como Remedios Varó, Leonora Carrington, Magritte, entre otros. De ahí pasé a la poesía surrealista, desde Éluard hasta Moro, Paz, Apollinaire, entre otros. Me inmiscuí en la vida privada del círculo surrealista. Pasaba de sus obras a sus vidas, ahí empezó mi obsesión con lo epistolar. La vida de los surrealistas fue, en serio, te lo digo, muy entretenida. La vida misma, la persecución del presente. Esa curiosidad la guardo hasta el día de hoy. Generalmente, si la obra de una escritora o escritor me gusta, automáticamente me vuelco a su vida privada. Consulto si tiene diarios, compilados de correspondencia, memorias, etc.  

 

¿Qué sientes que tiene para decir el surrealismo hoy en día? ¿Qué podemos rescatar de la vanguardia en este siglo que nos toca vivir?

 

Creo que las vanguardias, hoy en día, tienen un rol importante a nivel de lo que entendemos por comunidad. No olvidemos que estas corrientes nacen de una post guerra. Sin ir muy lejos, nosotros acabamos de pasar una matanza a nivel nacional. En provincias familias enteras siguen esperando justicia para sus parientes asesinadxs. Hay un grito de respuesta que como eco va apareciendo, sobre todo a nivel artístico está sucediendo.

Pero, mira, hace poco escuché a Verónica Gerber hablar sobre la Escritura del compostaje. En resumidas cuentas, con el perdón de Verónica, nos decía que las literaturas contemporáneas o lo que Josefina Ludmer califica como Literatura postautónoma no es más que usar los desechos que en algún momento fueron alimento. Es decir, las escrituras el compostaje se alimentan de los residuos y eso, alegóricamente, nutre sus suelos. Es decir, hemos pasado de la escritura del reciclaje, la apropiación y el hurto a la escritura del compostaje. Bajo esa lógica, ¿por qué no crear una nueva vanguardia que mame del surrealismo y de lo que desees.

 

¿Tienes otro libro en preparación? ¿Qué puedes anticipar para tus siguientes proyectos literarios?

 

Sí, tengo un libro casi terminado. Poesía también. En este caso la voz poética atraviesa afecciones del sueño. Sale el próximo año.

 

 

 

17 de abril del 2024

 

 

 

 

La poeta Ximena López Bustamante[2]



[1] Ximena López Bustamante (Arequipa, 1993). Radica en Lima desde el 2013. Maestría en Creación Literaria 2022-2023 modalidad presencial por la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). Licenciada en Comunicación y Publicidad con la tesis “Nuevo Periodismo en el Perú: caso revista Etiqueta Negra” por la universidad Científica del Sur (Lima, Perú). Publicó el poemario INTERIOR VI. Técnica mixta (Aletheya, 2022). Colabora con entrevistas a autores de libros de poesía en la web cultural Vallejo&Co. Ganadora del Premio Fernando Cabieses 2016 por el Caso MUNA. 

@ximenaserefleja

@ximena.lopezb

 

[2] Fotografía tomada por César Becerra.

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