PRESENTACIÓN
[
Editorial]
¿Cómo hallar «lo real» en el
miserabilismo…?
Carlos Monsiváis
Los
vericuetos del 2020 frenaron la rotación del planeta y nos llevaron a tomar
nota de las catástrofes en el mundo de hoy. Este siglo –donde el tiempo es tan veloz
e hiperactivo, donde la sociedad se fragmenta con un riesgo atomista– padeció
un genocidio silencioso, disímil al de las guerras mundiales o internas. ¿El
autor? Un virus, impaciente por devorar la salud y la economía de los países.
Empujados al encierro, solo nos quedaban los medios para espectar la agonía
reinante; solo las pantallas y la voz para conmiserar a los caídos, en tanto la
ficción calaba con narrativas de todo tipo. No por nada La peste de Camus fue un bestseller.
Confiar
en lo dicho y hecho por el gobierno nunca fue fácil en el Perú, en especial si
la desconfianza se expande más allá de sus fronteras. Sospechar de las medidas
tomadas al respecto y su eficacia no es algo exclusivo de este país. No así,
nadie duda del dolor, la realidad golpea duro siempre que puede; de modo que al
toparnos con la muerte en esta precariedad solo hay hechos, no
interpretaciones. Llegamos así al dilema que debate la libertad con la vida,
pero si retiramos las banalidades de la primera, la disquisición se difumina.
Sin libertad sería imposible salir de la pobreza, sin vida no existiría la
libertad.
Estamos
cerca de cambios sociales bastante imprecisos, pero es seguro que necesitamos
restaurar los cimientos del pasado ante lo que venga. La opción no estriba en
un retroceso, cuanto más en un rescate de las virtudes que sostienen la
identidad, es decir, recuperar firmeza ante la desconfianza. Si las ficciones
de ahora son un laberinto ¿por qué no sujetar el hilo del origen? No hablamos
de endogamia, la firmeza es indispensable para ofrecer generosidad; la apertura
hacia el «otro» requiere de un «yo», solo así podemos pensar en un «nosotros».
La libertad es real cuando evadimos la indiferencia, la condición nihilista del
narcisismo contemporáneo.
Nuveliel sirve a la tarea de restaurar la
tradición literaria de Arequipa, cuyas ficciones no pierden relevancia si
pensamos en guardar la compostura ante la condición heterogénea de la nación y
el devenir impredecible de la historia actual. Asimismo, no reniega de la
trascendencia y resonancia del canon oficial, mas señala las carencias del
mismo cuando deseamos ampliar el fenómeno de la literatura peruana más allá de
la capital. Recordemos que muchos de los mejores escritores fueron migrantes de
provincia, esto da visos de una trayectoria que articula el centro con la
periferia; lo que da pie también a contar la historia desde aquí con el afán de
una integración prudente. Como el ángel de Aníbal Portocarrero en un mundo
devastado e inestable, atendemos a renacer desde el margen, reescribir la
historia; completar los puntos ciegos de su panorama. En otras palabras,
mantenerla firme.
Arequipa,
Abril de 2021
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