INVASIONES DEL DOLOR[1]
Rusvelt Nivia Castellanos[2]
Es el dolor es la constante amargura;
es el luto abierto es este desierto de
agujas. Es atravesar los senderos
de espinas sin pasión es la rastrera
degeneración; es comerse los alacranes
con furor es este arenal de las lloronas.
Sólo nacen los demonios con sus desquicios.
Aún se mueren los ángeles de alas mutiladas.
Sólo nacen los niños con sus defectos.
Es invadir la mente de cucarachas nocturnas;
es el dolor la absorbente recusación.
Es el horror es la rutina peligrosa;
es la cabeza destrozada es esta fosa de
calaveras. Es bajar las escaleras
del infierno con ansiedad es la bruta
desintegración; es beberse la sangre
con herrumbre es este vacío sin exposición.
Siempre están los malos con sus muertos.
No cesan de ahogarse las madres preciosas.
Siempre están los brujos con sus pecados.
Es invadir el espíritu de manías enfermas;
es el horror la inadecuada anomalía.
Es el error es la instantánea demencia;
es la caída horrenda es esta cárcel de
ratas. Es subir las montañas rojas
del fuego es esta tierra sin aguinaldos.
Tal vez las auroras aún no llueven.
Nunca se van las diosas de la luz.
Tal vez las lluvias aún no brillen.
Es invadir los ojos con agua sucia;
es el error la caída irreflexiva.
Es el dolor es la densa fantasmagoría;
es el día cerrado es este bosque de
sequías. Es abrir las flores negras
del jardín sin adoración es la pálida
prostitución; es chuparse los gusanos
sin ardor es este antro de las putas.
Solo caen suicidas, desde las casas viejas.
Aún se mueren los santos sin sus santas.
Sólo caen ebrios, desde las camas húmedas.
Es invadir el vicio con más angustia;
es la aberración la invasión del dolor.
[1] Publicado por primera vez en Nuveliel. Revista de literatura y
humanidades. Año 2. Nro. 2, pp. 106-107.
[2]
Rusvelt Julián Nívea Castellanos
(Tolima, Colombia, 1986) estudió en la Universidad de Tolima y actualmente se
desempeña como Comunicador social y periodista.
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