UNA MADRE[1]
Brayan Cuno[2]
I
Mi
madre tiene los cabellos evaporados,
unos
ojos con brillo de felicidad estancada,
la
infancia dura como un secreto
y una
suerte de cincuenta centavos.
Cuando
ella empezó a soñar con muñecas ya tenía 21 años.
Me contó
que su tesoro era una cámara analógica Kodak
y una
empanada para el almuerzo.
«Con dos soles en aquella época se compraban muchas cosas
—me dijo una vez».
Para
ella la vida acaba a los cincuenta, pues hasta ahí aprendió a contar
—uno al
final se cansa de invocar años que tienen sabor a quechua extinto—.
«Conocí a tu padre en prácticas profesionales, quien
pensaría que me enamoraría de él
Cuando lo vi entrar tenía porte de creído, todo prepotente
llamó a la dueña del hotel»
Mi
madre tiene un sueño, uno que guarda en forma de rollo de cámara sin usar,
entre
un libro de viajes, un diccionario de inglés y un sombrero de turista.
Ella
quiso ser profesora, pero no ingresó. Como quería conocer el mundo, estudió
turismo.
«Una
vez vi en un libro una ballena, me hubiera encantado conocer
una»
Ella se
enamoró a los 26, por primera y única vez. Al año siguiente, nací yo.
«Yo rezaba todos los días para que nacieras hombre,
tu papá decía que si nacías mujer nos iba a botar de la
casa,
tanto recé que naciste
hombre.»
II
Aquella
mañana los números se te escapaban por las mejillas,
hacías de
tu corazón una furia, todo para que tus hijos no sufrieran.
Las
palabras te resbalaban en re menor.
Eras canción y macha de tiempo sin nombre: denunciar a mi
padre no fue nada fácil.
«Ay, de mí por quererte
Ay, de mí por amarte
zorro habías sido,
zorro habías sido
Con ojos de amor me amabas
Con ojos de amor me pegabas
Ay, de mí por quererte
Ay, de mí por amarte
Oveja yo he sido,
oveja yo he sido
Con ojos de amor me jurabas
Con ojos de amor me matabas»
Se puede buscar en el vuelo de las gaviotas el sueño del
mar,
se puede buscar en el cuerpo roto de mi madre el sueño de
una niña,
las estaciones de los pies mojados y las risas con huatia
de sábado.
En el misterio de sus ojos se ve el silencio de la paja en
sequía.
«— Mamá, ¿por qué no lo denunciaste más antes?
—
¿Qué
iba a hacer yo sola? Tenía que aguantar por ustedes.»
III
Una lágrima sobraba en el mundo,
se hizo mujer al cuarto día
y, por nombre, le digo «mamá».
La DEMUNA tenía horario de sábado. La ciudad, ese mar de
edificios traga
lágrimas, se hacía eterna con la pena
recogida con la que andábamos.
Nuestros pasos dibujaban un dolor contenido, un ruido de
quien guarda los
huesos rotos.
Los ojos nuevos de mi hermana guardaban en un peluche una
vida con nombre
de Otoño y un año de nacimiento.
No sabía cómo
consolar a mi madre, ella se repetía que esta sería la última,
hacía de su rostro un enigma configurado de dolor.
Nos recibieron una joven y la asistente social, el lugar
tenía juguetes
de una infancia que reclamaban
las manos de mi hermana, en un xilófono
encontró las risas que le faltaron y en un caballito inflable
el consuelo a su
llanto de madre hospitalizada. Mi madre estuvo una semana en UCI, se
desangró en el
parto, le extirparon el útero,
solo conoció el tacto
de mi hermana por unas horas. «Señora, es niña, felicitaciones».
En las noches
reclamaba una madre, pero por respuesta mi padre a punta
de golpes la durmió. Mi hermana tiene ojos de
llanto contenido,
ojos de no querer
volver a la infancia.
Un miedo atrapó la boca de mi madre, narraba con sílabas de
depresión;
los rostros indignados
sobraban. A mí se me cayó una lágrima que
recogida la hacía parecer una sonrisa para que mi hermana no se
enterara de nada.
Nos refirieron al Ministerio de la mujer. A la denuncia le
dieron carácter y
máscara de impotencia
que en forma de papel llegó al Juzgado
de Familia, se ordenó un examen de médico legista, un rastreo de
las
heridas abiertas, esas que cerraron en
silencio nocturno
de noches dolientes en la esquina del baño.
INFORME MÉDICO-LEGAL
Fecha del examen: Un día con sabor a muerte de
Marzo / Motivo del
examen: Evaluación
de lesiones producidas por agresión física,
a solicitud del Juzgado de Familia. Lesiones infligidas en el contexto
de
violencia doméstica, resultado de 25
años de agresión constante
en una casa de dos pisos, ubicada en la calle de los labios rotos y
los ojos morados, con
número de «puta como tus hermanas».
Motivo del examen: Evaluación por presunta
agresión física.
/Antecedentes referidos por
la examinada: Nombre: Bastará
decir que tiene nombre buena madre; Edad: Hoy cumple 50 años;
Ocupación:
Madre y Licenciada en Turismo, nunca
ejerció para poder
cuidar de sus hijos; Relación con el agresor: Pareja sentimental o
demonio con cara de
perro.
Antecedentes referidos por la
examinada: La
examinada refiere haber
sido atacada por
su pareja mientras intentaba defender a sus hijos
—No busques detener el agua de la congelación—. Describe
que su
pareja, en un episodio de ira, se encerró
con los niños
en una habitación del segundo piso —como tampoco a una
madre de su amor—. Al intentar
intervenir, la examinada fue golpeada
violentamente
en el rostro con puñetazos, lo que provocó que perdiera
el equilibrio y cayera por las gradas de cemento,
impactando su zona
lumbar contra la
esquina de las mismas —que si por ella fuera al odio
le quitaría su furia
solo para defender a sus hijos—.
En el suelo, recibió
una patada en la cabeza, lo que la dejó inconsciente por unos momentos
—¡No! No
pretendas que el sol no tiene amor
de madre, pues hasta
al mendigo cuida del frío y cuando noche en luna se convierte para
dar luz a su hijo
ausente—. Al recobrar la conciencia, reporta
un fuerte
dolor en la cabeza y una
sensación de entumecimiento en la espalda
—que no hay espera más triste que el de una madre esperando
a su hijo—.
Luego su pareja volvió a la habitación para seguir golpeando
a sus hijos —y no hay hierba más santa para
reposar el cansancio que
el abrazo de una madre.
Descripción de las lesiones /
Lesiones en el rostro:
Hematomas
múltiples en ambas mejillas,
párpados y región periorbitaria (alrededor
de los ojos) —Madre, tienes los ojos con la sangre derretida por
el dolor;
madre, que en ti retornen todas las migrantes
lágrimas y pinten tu lago
con la niñez recuperada—. / Posible fractura del tabique nasal debido al
impacto con un objeto contundente o puños cerrados,
confirmada por
la desviación nasal y el dolor agudo —tú que una vez dijiste: «que
para ser fértil la
tierra una madre tuvo que pensar en sus hijos»—.
/ Lesión en la región lumbar: Dolor severo en la
zona lumbar baja
(posible fractura discal L4-L5), que coincide con el impacto contra
las gradas de cemento —tú que haces coincidir mi tiempo
con
la vida prestada de un lirio de tu jardín—.
/ Movilidad limitada, rigidez
y dolor al intentar incorporarse o realizar movimientos simples —tú, que
dejaste al
viento surtido de tus caricias por si mis
pasos lejos van—.
/ Lesión en la cabeza: Hematoma en la región
parietal derecha, donde
se presume fue impactada por la patada —tú,
que a mi cama alumbraste
cuando
enfermo conocí el frío del hospital—. Refiere dolor de cabeza
persistente y mareos, posibles
secuelas de un trauma craneal leve
—tú, vuela
con el sueño para reconstruirte feliz, como antes de
conocer a mi padre.
Conclusión: Hay melodía de espanto en las
lesiones observadas, indican
una agresión de
impacto, un miedo de perder a sus hijos. La severidad
de las heridas buscarán a tientas un tratamiento inmediato y un
seguimiento para determinar posibles secuelas
que imborrables
permanecerán en la columna lumbar y cabeza. La examinada presenta
signos claros de abuso
físico crónico, compatible con las circunstancias
de violencia descritas.
[«¿Qué se le puede decir a una
madre?
Dime, ¿qué se le dice o recomienda
si casi ve a sus niños morir en
su propia casa,
dime si hay tratamiento para recuperar los
años perdidos,
las lágrimas derramadas o
para reparar eso ojos que con
miedo ven a su padre
cuando cruza el umbral de la puerta?»]
Recomendaciones: Solo queda decir que se
necesita de un tratamiento
médico urgente para
la fractura lumbar y el trauma facial, que
es necesario una evaluación psicológica debido a la violencia
prolongada y que se debe notificar a las autoridades
competentes
para proceder con la investigación y poco más, nada
que a grandes rasgos repare una
sonrisa.
Firma y sello del médico legista
Al salir de allí, la visión de mi madre tenía intermitencias
negras, a sus ojos
les dolía ver por
eso una mancha las corona, ese día cumplía cincuenta
años y el río de sus pies se encontraba en sequía, ella ya no quería
vivir,
me dijo que yo ya era grande que
podía sobrevivir, pero ella,
mi hermanita, con apenas ochos meses no soportaría crecer sin
una madre, que
viviría por ella, por ver feliz a su única hija.
En un rincón de sombra nos refugiamos para descansar, la luz
sembraba
en sus cabellos flores de
cantuta que maduraban en el viento,
un día sus semillas echarán para florecer en mis campos, así siempre
llevaré
las flores de mamá.
Se hacía tiempo de almuerzo en el estómago, mi mamá busco en
sus bolsillos
los restos del poco dinero
que le daba mi padre, con ocho soles
no podíamos permitirnos almorzar, me encargó a mi hermana unos
minutos,
sus zapatitos tejidos clamaban la
firmeza para seguir
a mi madre en su búsqueda de algo para comer, así aprendió a
caminar
ella, para nunca alejarse de su mamá.
Al rato vino con un
chifón pequeño, ahí recordé que era su cumpleaños,
empecé a cantar y una lágrima de tanto guardarse
en mi corazón
hecho vuelo al cielo, mi hermana
sonreía y aplaudía, nos abrazamos
los tres y cominos en una esquina olvidada del mundo.
Cuando hubo de ir al Juzgado de Familia mi padre nos miró
con rabia.
«Nunca voy a olvidar lo que me han hecho,
me voy a vengar de ustedes —dijo al vernos.»
[1]
Poema galardonado con el primer
lugar en los I Juegos Florales por los Derechos Humanos (2024), de la
Universidad Nacional de San Agustín.
[2]
Brayan Cuno es un poeta y estudiante de Literatura y Lingüística en la
Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA). Ha recibido
reconocimientos en diversos certámenes literarios, entre ellos, el segundo
lugar en la categoría de poesía en el concurso literario Piedra Blanca (2023) y
el primer puesto en los I Juegos Florales por los Derechos Humanos (2024). Su
obra ha sido publicada en la revista Kacharpari,
consolidando su voz en el ámbito poético contemporáneo.
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