BREVE SELECCIÓN POÉTICA
Nilton
del Carpio[1]
Socabaya[2]
A la memoria de
don Escolástico del Carpio
y doña Sofía Carpio,
desde esta orilla del canto.
Aquí fue donde nuestros
abuelos
plantaron los primeros palos
como pequeñas estacas
y levantaron la tribu
como una casa
y sus huesos fueron blancos
como la ceniza quemada por el sol
como la arena de este río
o como el excremento de los pájaros.
Yo sé que debajo de estos
pastos amarillos
arden los huesos enterrados
de aquellos que vinieron a sembrar amor
y odio en estas tierras tan dulces
como el agua de sus acequias
hace ya mucho tiempo
muchas noches
muchos días.
En estos campos tan
dulces nuestros abuelos
levantaron raíces como espadas oscuras
y sembraron semillas
como estrellas palpitantes en el huerto
crearon dioses para que sean inmortales
como la noche y para que la luz como los gatos
exista sobre las tinieblas
y luego acomodaron sillares congelados
y después fueron las calaminas y luego hicieron
cálculos atrevidos sobre la llegada de las lluvias y
después se amaron sobre estas flores arrugadas y
multiplicaron la especie y esperaron sentados
sobre estos pastos amarillos
y sobre estos sillares.
Menelik
milenario de los campos[3]
Como el toro me
crezco en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada
y llevo al cuello un vendaval sonoro.
—Miguel Hernández—
—
I —
Cuentan que se negaba a
trabajar en la yunta
sabía que le aguardaban destinos gloriosos
para ser el rey de la campiña y de los prados
de nuestra bucólica y querida Socabaya
en la década feliz de los años cuarenta
guerrero invicto de los campos de batalla
alegría total de los ganaderos laboriosos
de los recios lonccos amantes de la
chicha y la cerveza
y el fervoroso trabajo de la tierra bendita y el sol
Minotauro encarnado en suaves y recios pitones
con bravura incomparable y arrolladora
paseaste con orgullo tu violencia legendaria
sin conocer jamás derrotas en tu limpia vida
Cuentan que naciste en los ásperos pastos de la Pampa
no tuviste noble cuna pero eras de pura raza gladiadora
en esos campos benditos
de sauces llorosos y robles robustos como toros
toro berrendo o bragado calcetero o capirote
de la cabeza a los pies en cuerpo y alma
ahora renacido y encarnado en el ya famoso “Trueno”
como nuevo campeón de
esta tierra nuestra
en nuestra Blanca Ciudad de sillar
Menelik enamorado de la luna y de la tierra
te recordamos como imborrable leyenda imbatible
un museo es poco para contenerte y recordarte
tú como campeón vives por siempre y para siempre
en nuestros corazones agradecidos
como indescifrable
presencia milenaria
—
II —
Me hubiera gustado verte
en acción
en tus arenas gladiador inigualable
de estas hermosas campiñas arequipeñas
con tu pinta de león o de recio centauro
Menelik gran amo y señor de estos reinos
orgullo de
nuestra Socabaya
campeón de campeones de todos los tiempos
Jamás hincaste tus rodillas
ante nadie torito hermoso
tu nombre es una bendición
para estos
campos elevados
como altares soberbios o apachetas
dueño de hazañas procelosas en esta tierra
Menelik soberano
gladiador
hijo de “Palomo” nacido en los corrales
de la familia Zegarra en la Pampa
trotaste por Siguas Sabandía y Paucarpata
y una tarde con tu corazón inmenso
venciste al “Porteño” allá en Cerro Colorado
y luego fuiste coronado y proclamado
campeón de campeones de todos los tiempos
Toritos de tres colores / tres pintas imponentes
blanco como nube colorado rojizo como el ají
y castaño como la tierra bravía
desde tus recias pezuñas tus gruesas patas
tus fuertes rodillas y tus santos pitones
ahora estarás roturando la tierra lejos
del campo
forjando surcos como fraguas lejos del
campo
en el paraíso de los toros buenos lejos
del campo
en el inmenso cielo azul arequipeño
Tu
recuerdo me persigue
o me arrastra sin remedio[4]
El sueño
el sueño cansado
el sueño cansado y sin vigilia que me adormece tanto
y me hace pensar en ti
en tus labios de bronce niquelados
en tus contornos de vasija de arcilla o de barro
en tus ondas olas de mar sin arenas
y sin espumas como tu piel de
jaspe
Tu recuerdo me persigue y
luego
me arrastra sin remedio hacia el mar blanco
donde encuentro otros horizontes y tu mirada
de gacela o leona temblorosa y vencida
Una princesa moche de
senos turgentes y suaves
en los apacibles reinos de Ychma y Pachacamac
y las serenas costas arenosas de Lurín
Tu recuerdo me arrastra
sin remedio por mi sangre
y estalla en mi cabeza como un incendio
o espumoso vino
Presencia
de tu piel de tierra[5]
DIBUJO TU PIEL CON MIS
DEDOS DE ALAMBRE
MIENTRAS HACES BROTAR TU MÚSICA DORADA
DESDE TU TIBIA SANGRE HASTA MIS LATIDOS
PRECIOSA DRAGONA DE LOS CUENTOS DE HADAS
Vienes de otros reinos y
de otras estaciones
amo tu silencio y el ruido de tu voz inconfundible
como nueva llamarada de pasión
como incendio detenido o como antigua eclosión
como mar sin sombra y sin sosiego
condenado y atado a nuestra pasión irrefrenable
Vencido como un loco y
abrazado
a tus rodillas redentoras y puras
donde descanso después de las batallas
muchachita apasionada de piel de jade
o aguaymanto fresco del amanecer
como un volcán de ternura suave y violenta
Déjame ahora vivir en el
claro bosque de tu piel
en el esplendor de tus pechos de rosas o violetas
en la fresca corteza de tus piernas ateridas
en las plumas azules de tu pubis de gaviota
donde descansa como un templo nuevo
el antiguo deseo de una pasión escondida
Aturdido estoy bajo este
cielo arequipeño
buscando tus dientes dragona querida
extrañando tus labios de mariposa azul
las oscuras oquedades de tu cuerpo herido
el fuego intenso de la pasión renacida
consumidos hasta la eternidad de las sombras
Confundido ahora en estas
calles de Lima
busco los pequeños espacios de tu piel
y el fuego oculto de tus diademas claras
con impoluta pasión irrefrenable y sacra
entre tus bellos muslos de corteza suave
el sereno resplandor y las luces secretas
en estas noches feroces como balas
para conquistar tus reinos consumados
en estos amaneceres tardíos y dolientes
he planchado mañanas nuevas y viejas tardes
preciosa dragona de los cuentos de hadas
La
dama de las flores[6]
Para Roxana Elvira Condori…
Un poema es una
cosa que nunca es, pero que debería ser.
Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podrá ser.
—Vicente
Huidobro—
la dama de las flores
abre sus ventanas cerradas
y deja salir el hermoso sol de su mirada
que estalla todas las mañanas claras
como un precioso cielo o jardín perfumado
por la vía Paisajista de Bellapampa
ella se oculta y se viste de flor entre flores
gira con sus girasoles dalias violetas nomeolvides
dulces geranios azucenas y margaritas azules
en el precioso jardín de su morada
y en la floresta es la más hermosa
como un poema en el amanecer como un canto
muchachita arequipeña y apasionada
que vives en el campo como sílfide
de dulce sonrisa y fresco aliento
de casta gladiadora y turbulenta hechicera
la lluvia fresca lava la tierra y besa con amor
las plantas de estas verdes y suaves campiñas
de Socabaya tan fresca como tus caderas
tan ciertos como tus pasos cansados o pechos dormidos
vives como la reina de las flores serena señora amada
en una pequeña casa frente al río en Huasacache
en medio del campo y las verduras
en tu pequeño paraíso de flores y de cristales
Variaciones
de tu piel[7]
Yo no te raptaré
por nada del mundo. Te necesito
para ir a tu lado deseando siempre raptarte.
—Martín
Adán—
la noche y la poesía se
besan fúlgida muchacha
como ríos nuevos o intransitables ocasos
bajo los puentes de antaño en tus ojos claros
ya no existen ni el tiempo ni la distancia
ángeles bellísimos duermen en apagado misterio
y detrás de ellos renace la primavera
los jardines y las flores estallan como vino generoso
en las jacarandas perfectas de tus labios
donde transitan o se estancan la pasión o el olvido
de ciegas ausencias encendidas y sin sombras
nuevas esmeraldas topacios y rubíes
engastados en tu cuerpo en tu piel
de blanca arcilla y aguaymanto dulce
en tus perfectos pechos deseados y tus pezones
refulgentes terciopelos en un viejo río sin perlas
en caminos intransitables bajo tu piel de fuego
en la geografía de tus caderas y tu vientre verdecido
de carne y beso de oscura luna o sol
de atardeceres quemantes como brasas
en las alturas de Chiguata Pocsi o Polobaya
sobre estos adoquines de piedras pulidas
de la antigua ciudad de los volcanes
de los viejos tambos de antiguos rituales
pájaros asustados brotan de tus pies
y luego duermen en tus cabellos como la noche
en viejas regiones te ocultas niña legendaria
vives vestida de agua en los altos alfalfares
de la campiña de Socabaya
detrás de la lluvia de febrero y después estallas
como fulgor de un sol adormecido
en música de pianos o dulces guitarras de palo
procelosa dragona de engarrados casos
mi brujita encantadora
renacida Deborah incansable
Cuerpo
descansado[8]
tu suave piel desnuda y
sin tatuajes
descansa junto a mí sobre la yerba cansada
sin flores de cardosanto lejos de los tres volcanes
cerca del estanque tranquilo de azules aguas
donde viven los verdes sapos que espantan tu mirada
y tus sueños inacabados y confusos oh querida
odalisca generosa sueñas con la noche
en los atardeceres donde tus pechos de amatista
se guarecen de la lluvia limpia como tu piel
la melodía de tus caderas me deja sin aliento
sin el frescor de tu pubis donde crece yerba fresca
y frutas olorosas ya maduras como tus pechos
te extraño mucho fúlgida muchacha
voy en busca de tus labios y besos
desde esta interminable pampa de Majes
que se parece a una de tus faldas
innumerables postes de cemento y madera
y cables altísimos como cuerdas de guitarra
en medio de la tierra y la arena seca
voy saboreando los dulces vinos de Vitor y La Joya
en la verde esmeralda de las chacras y los surcos
bañados por las generosas y dulces aguas del valle
ahora con este cuerpo descansado
dolido voy recordando y recordándote
con nuevos poemas en este paisaje desolado
con mis tercas costumbres de trovador trasnochado
Abraso
tu presencia[9]
Unas silvas para
la otra Silvia,
que Melgar no conoció…
abraso tus labios limpios
como la luz
el fuego que ocultas abandonando
estrellas lastimadas entre viejas sombras
las lágrimas de lluvia fresquísima para lavar
la generosa soledad que me oprime ahora
como lianas salvajes como cuchillos como balas
enamorado de tu piel tu voz me reclama
entre los volcanes bajo este cielo gastado
tus cabellos son amplias cataratas de un río invisible
que rompe los cristales y tus senos túrgidos
tus caderas de guitarra oscurecen la noche tibia
y viven en tus ojos las tinieblas y los bosques
evoco tus rodillas intactas como el fuego
que vigila tu santa pureza de ángel o demonio
no sé cómo amarte no sé cómo florecen
las amapolas de tu pubis ignoto y limpio
ignoro la serena castidad violeta de tu silencio
la violencia de tu serena carne azul
tus aromas y tus reliquias santas
como nuevos gorriones o cielos inacabados
como bruja roja transitas por el aire sin pañuelos
y como bruja roja mueres en las brasas antiguas
y como bruja roja transitas y renaces en nuevo fuego
y negros carbones brotan detrás de tus ojos de miel
lumbre funesta de tus labios encendidos
por encima de tus rodillas en oscura noche
sepultados y eternos viajeros con insondable luz
secretos mal guardados en tu piel de iguana
sempiterna canéfora de plumas transparentes como flores
y fuego de dragona renacida entre puñales
vuelas ingrávida y abraso tu presencia y tus labios
Evoleth
se deleita con la lluvia
y el poeta contempla sus cabellos como flores[10]
las olas traen tu
recuerdo junto a las gaviotas
y la blanca espuma que besa la negra arena
de este río silencioso y renacido Evoleth
una escondida playa se dibuja en tu sonrisa
paisajeo en tus lindos ojos el paisaje tenaz
y las jacarandas rosadas estallan violentas
en tus mejillas poblanas como un nuevo sol
y llueve sin guijarros una dulce lluvia
bajo el cielo limpio de estos reinos felices
en este otoño esperanzador acongojada Evoleth
que tanto se parece a tus cabellos de cuervo
que vuelan al atardecer entre viejos árboles
junto a las gaviotas y la blanca espuma
que besa la negra arena de este río renacido
te miro desde el mirador de Yanahuara
y no hay otro paisaje porque tú eres el paisaje
solo el musgo de mi piel guarda el sabor de tus labios
y entre los volcanes estallas otra vez
como un nuevo volcán como un cielo impecable
y la lluvia guarda la música de tu risa Evoleth
La
mirada de Evoleth fluye oscura
como los manantiales de Socabaya[11]
Evoleth tu mirada fluye
oscura
como los manantiales de
Socabaya
yo soy quien te crea en mis sueños omnímodos
y entre sueños te hago poema música y canción
y te acaricio en sinfonía de flores o de piedras
buscando el ritmo perfecto el detalle inesperado
a flor de piel muy cerca de tus caderas frescas
entre hogueras que arden intactas igual que el vino
todas las noches beso tu cuerpo lastimado
que aún conserva el aroma de amarillas retamas
en tu pecho y en tu suavísima piel de pomarrosa
vives en cada gota de lluvia que renace en las flores
y tu sonrisa de agua Evoleth despierta el amanecer
vivo tan solo atado a tu presencia de gorriona dulce
entre bueyes álgidos y feroces toros de pelea
acompañado de la sombra de tus pasos ya sin ecos
por la verde campiña sosegada de Arequipa
voy besando tus rodillas intactas a fuego puro
en cada sonrisa tuya como un pájaro ciego
vivo también cerca del mar apacible de Barranco
en reinos escondidos en lejanas lontananzas
lejos de los preciosos campos donde naciste
abandonado en viejas playas de blancas arenas
lejos de los despoblados edificios de cemento
aquí ya no hay sirenas tú eres la última sirena
y transitas por bosques en estanques dormidos
del color de tus ojos remilgos y puros y castos
en mi memoria eternamente vives Evoleth querida
en cada gota de lluvia en cada amanecer o noche
pero nada se compara a la felicidad escondida
en tus suaves senos turgentes querida Evoleth
Poesía
cimarrona[12]
todo en el paisaje es
como música y silencio
como el sonido del agua que lava nuestros pies
mientras transitas álgida el otro lado de la noche
entre texaos nomeolvides buganvillas claveles geranios
torcidos eucaliptos olorosos pinos y molles
en este valle tierno
en esta tierra bendita
del color de tus ojos besados Evoleth escanciada
camino encendido en oscuros valles golpeando sombras
despertando la memoria y lejos de los sueños
tu música todavía resuena en mi cabeza herida
en tu piel aun acariciada por bellos murciélagos
y sostenida sobre el poema con rima imprecisa
con ritmo dudoso y pobres metáforas
el tiempo es el castigo
de las flores
marchitas
de la acequia dormida
que ya olvidó
nuestros nombres
feraz con tus besos con tus caricias feroz Evoleth querida
todavía duermes en el bosque de las doloridas dalias
frágil con tu piel tan blanca y con tu sombra apagada
intensa y aún encendida como los volcanes de esta tierra
en esta pampa interminable como tu falda granate
en este reino feliz de aves y conejos cimarrones
y chúcaros caballos que ríen y relinchan en los pastos.
[1]
Nilton del Carpio Huaquipaco (Arequipa, 1957). Realizó sus estudios en la
Gran Unidad Escolar Ricardo Palma de Surquillo (Lima), promoción 1973, 5to. B y
estudió Literatura en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa;
poemas suyos han sido publicados en las revistas literarias Polen de letras, Semáforo y La Gran Flauta
de la Ciudad Blanca, así como en la revista La
Tortuga Ecuestre de Lima. Actualmente ejerce la docencia de Lengua y
Literatura en diversas y prestigiosas instituciones de Lima Metropolitana.
Asimismo, se desempeña como corrector de estilo en conocidas editoriales de
nuestro medio. Ha publicado los poemarios Yaravíes
para una sirena (1984) y El dominio
encantado de tu nombre (1989). Luego de un largo silencio, sus nuevas
publicaciones han sido los poemarios Fiesta
patronal (2022), Bajo el árbol
solitario del silencio (2023), Como
fulgor de un sol adormecido (2024) y, recientemente, Sinfonía de flores o de piedras (2025). Ha participado también en
diversos recitales y eventos culturales.
[2]
Publicado anteriormente en Fiesta
patronal (El delirio de las vírgenes). Lima: Juan Gutemberg Editores, 2022,
p. 13.
[3]
Publicado anteriormente en Bajo
el árbol solitario del silencio. Lima: Juan Gutemberg Editores,
2023, pp. 18-19.
[4]
Publicado anteriormente en Bajo
el árbol solitario del silencio. Lima: Juan Gutemberg Editores,
2023, p. 55.
[5] Publicado
anteriormente en Bajo
el árbol solitario del silencio. Lima: Juan Gutemberg Editores,
2023, pp. 84-85.
[6]
Publicado anteriormente en Como
fulgor de un sol adormecido. Lima:
Juan Gutemberg Editores, 2024, p. 37.
[7]
Publicado anteriormente en Como
fulgor de un sol adormecido. Lima:
Juan Gutemberg Editores, 2024, pp. 59-60.
[8]
Publicado anteriormente en Sinfonía
de flores o de piedras. Lima:
Juan Gutemberg Editores, 2025, p. 26.
[9]
Publicado anteriormente en Sinfonía
de flores o de piedras. Lima:
Juan Gutemberg Editores, 2025, pp. 27-28.
[10]
Publicado anteriormente en Sinfonía
de flores o de piedras. Lima:
Juan Gutemberg Editores, 2025, p. 52.
[11]
Publicado anteriormente en Sinfonía
de flores o de piedras. Lima:
Juan Gutemberg Editores, 2025, pp. 56-57.
[12]
Publicado anteriormente en Sinfonía
de flores o de piedras. Lima:
Juan Gutemberg Editores, 2025, p. 60.
No hay comentarios:
Publicar un comentario