martes, 17 de septiembre de 2024

Fiorella Terrazas. Obrera y neurodivergente en verso pop

 

OBRERA Y NEURODIVERGENTE EN VERSO POP

 

[Entrevista a Fiorella Terrazas[1]
sobre su libro Cam girl & other poems (2017-2021)]

 

 

 

Por Edward Álvarez Yucra

 




 

Tengo entendido que tu padre te dio un libro de Rubén Darío a los ocho años. En vista de que te han referenciado como una poeta millenial y, en cierta forma, has asumido esa denominación, ¿qué tan importante consideras la literatura clásica en la formación literaria actual? Me refiero, sobre todo, a las obras que van del modernismo hacia atrás en la historia.

 

Mi padre tenía algunos libros en su biblioteca personal que me compartió por ser su primogénita, lógicamente. Rubén Darío sonaba a romance para mí, a un idealismo puro, pero triste en el fondo. Sonaba parecido a Cesar Vallejo en mis oídos de infante. Después vino Pizarnik a destruir todo o volver a armar los legos emocionales dentro mío para formar una lógica más coherente en la escritura.

Me tomo mis tiempos para leer y revisar escrituras de otros y otras. En este caso, el modernismo, y todo lo anterior, no me concierne a mí indicarlo como importante. Considero que cada lector aprecia de maneras distintas las obras, lo hace atemporalmente según sus vivencias. En mi opinión, las obras de Edgar Allan Poe han calado bastante profundo en muchos jóvenes de esta y la anterior generación. Creo en la importancia de la obra literaria de Poe, no solo por lo histórico, sino por lo personal; por atreverse a ser diferente en un contexto histórico en donde seguramente fue invisibilizado en vida. Tocó fibras sensibles a través de sus historias. Allí creo que radica la importancia de irse atrás en la lectura en general. No hay que fijarnos tanto en los años o siglos, sino en los contextos históricos, políticos, económicos, etc. La buena literatura siempre va a ofender. Es imposible que el arte no ofenda, porque el arte nuevo está creciendo de modo puntiagudo en la sociedad; sobre todo, en estos tiempos violentos.

 

Precisamente, creo que esa es la palabra; cada obra aspira a esa importancia atemporal, esa memoria viva que sale de los registros del papel. En lo personal, me consta que nadie escribe para sí mismo; siempre necesitamos de la aprobación externa. ¿Tú qué piensas?

 

Lógicamente. Los escritores somos seres humanos y necesitamos la opinión colectiva. Es más, los escritores escribimos sobre memoria colectiva. Nunca es una memoria personal ficticia, eso sería creer en un cuento de fantasía. Pero esa aprobación externa siempre será solo una sugerencia, porque nunca dejamos de editar un poema o un cuento. Y creo que nos demoraríamos toda la vida si nos pusiésemos a corregir nuestras propias obras para complacer a todo el mundo.

 

Tu trabajo con la poesía empezó en el 2010, pero tu primera plaqueta apareció en el 2013. ¿Qué puedes contar sobre tu formación poética entre esos tres años, antes de publicar Dejo cabellos en los bares?

 

En el 2010 estaba terminando mi carrera de contabilidad y economía en la UNFV, en el centro de Lima; muy cerca de las ferias de libreros instaladas a los alrededores de Quilca y Wilson, donde muchos buscaban vinilos o monedas de antaño. Yo buscaba libros, no solo financieros, también de literatura fantástica y ciencia ficción. Era una afición mía desde niña. Y en el 2010 que era el último año de carrera, aprendí a gestionar mi tiempo libre para seguir con lo que me apasionaba; más allá de las carreras universitarias y los puestos laborales. Esos tres años fueron para redescubrir mi lado artístico; siempre me gustó recitar poemas. Para mí es como la performance teatral, es un arte interpretar el poema como si estuviera contando con mi cuerpo una historia. Y ya después de pasados los tres años de recitar y “performear” en el centro, sobre todo, me animé y me animaron; porque el arte no deja de ser colectivo.

 

En Cam Girl…, precisamente en la primera sección titulada «INANICIÓN», hay un poema que dice: «No tengo dinero, pero sí un libro de Juan Rulfo». ¿Por qué elegiste a este narrador mexicano?

 

Porque él es el autor de Pedro Páramo. Este libro es muy popular en el lenguaje de los memes en Instagram ¿Y por qué es usado en los memes? Porque la historia que ocurre en Comala nos enternece. Nos identificamos con la orfandad, es de lo que normalmente ha hablado la literatura en su historia. Del yo interior, del sentirse solo y la búsqueda de alguien que amas; o de alguien que te haga compañía, porque el ser humano es un ser social y se vincula con sus semejantes. Y justamente, los retratos familiares dentro de la literatura son lo que más ha trascendido en mi interior como ser vivo, como ser racional, como ser humano. Lo más bonito que puede tener un ser humano es la empatía. Y los escritores tenemos mucha sensibilidad para entender las historias personales de cada uno.

 

En general, esta primera sección tiene poemas que traen imágenes de decadencia y hasta descomposición. Me resulta llamativo cuando dices: «las heridas son insectos que jamás salieron de mi pecho», en el último poema de esta parte; me da la impresión de que son poemas que necesitaban enfocar esos insectos. ¿Dirías que tu poesía tiene cierto origen terapéutico? ¿Cierta necesidad de catarsis para dejar ir esos insectos?

 

Sí. Diría que la poesía siempre tiene un origen terapéutico. Tiene sentido que sea el origen. Y, además, los insectos son muy pequeños y vulnerables ante un ser humano de tamaño pequeño o regular. En nuestro caso particular, a veces nos sentimos pequeños ante la vida. Por lo tanto, siempre vamos a tener un origen terapéutico, siempre tendremos esa sensación de pequeñez ante la vida, esa impotencia ante el malestar; como pasó con Cesar Vallejo y con Blanca Varela. Se nota, sobre todo, desde el punto de vista de las personas neurodivergentes.

 

                                           ¿A qué le llamamos neurodivergencia?

 

La neurodiversidad es un término general, no médico; que incluye las condiciones de autismo, dislexia, dispraxia, discalculia, TLP, TDH, depresión crónica y muchas más.

 

En la segunda sección, quiero decir, «POWER», hay varios poemas que manifiestan una crítica social. De cierta manera, son una forma de resistirse y decirle «no» al sistema. Sin embargo, para alcanzar esa resistencia y capacidad de negación, pareciera que primero es necesario asumir cierto temperamento, cierta locura que está descrita en la primera sección: «Comprime los crímenes y sujeta a la bestia que agacha la cabeza en sociedad». ¿Este es el camino hacia el poder? ¿Siempre enfrentamos el poder que oprime a uno mismo antes de enfrentar al poder que oprime a todos?

 

Claro que sí. Ejercemos en nosotros mismos una opresión al tratar de encajar en el entorno. Una vez que nos animamos a sacarnos las máscaras sociales, poco a poco reconocemos nuestro poder. Una vez que reconoces ese poder o power, empiezas a formar el verdadero poder para defender tus derechos personales y comunitarios. Defenderse es tratar de sentirse seguro.

 

Hay un poema curioso que lleva por título «ANTI ANTI». Lo que me llama la atención es la idea de no tener la certeza de la propia identidad. Uno puede decir lo que no es o puede nombrar aquello con lo que no se identifica, pero no tiene la certeza de lo que verdaderamente lo define. ¿Dirías que este es el primer paso para encontrar la propia identidad? ¿La doble negación debe llevar a una afirmación? ¿Qué es exactamente lo anti de lo anti?

 

Creo en la autocrítica, totalmente. Un escritor o una escritora tiene que aferrarse a su verdad a la hora de escribir. Y constantemente buscamos sentirnos representados. Por lo tanto, nadie tiene una certeza de su propia identidad al cien por cien. Y quien asegure que tiene una certeza, está completamente equivocado porque eso sería caer en la ignorancia egocéntrica de creer que eres dueño de la verdad absoluta cuando eso es mentira. No hay que mentirse a sí mismo. La doble negación es una afirmación. Matemáticamente hablando, es la multiplicación de dos negativos. Cuando dos múltiplos negativos se multiplican, generan un resultado positivo. Eso se aprende en aritmética. Me gusta la aritmética. Me gustan las matemáticas y la resolución de problemas, como también me gusta plantearme soluciones a problemas en mi entorno; al menos, a los que puedo identificar.

Y, además, «Anti anti» es un poema sobre mis amigos y amigas de la comunidad de Antifil, que fue un colectivo de compañeros y compañeras; incluyendo a las disidencias de género.

 

Solo por curiosidad, en este poema también mencionas a Arequipa, pero creo que se trata de la Av. Arequipa de Lima, ¿verdad? Sácame de la duda.

 

La avenida Arequipa en Lima es una avenida grande y trascendental en la memoria de las personas que nos gusta caminar mucho por ansiedad, por neurodivergencias diversas. Entonces tenía que ponerla, incluso está reflejada en varios poemas; tal vez no claramente, pero se inocula profundamente en mi memoria. Es inevitable escribir sobre lo que ocurre diariamente en la vida personal del escritor. Sobre todo, si viene de la pobreza o la precariedad. En mi caso yo he venido de un entorno violento-familiar y siempre he necesitado, a modo de terapia, caminar o correr; y como ejercicio físico también. Por eso está mencionado. Y aún ahora camino por allí; como antes, cuando era estudiante y no tenía dinero para pagar los pasajes, solía caminar mucho. Lo he hecho desde la infancia.

 

«LOS POETAS SE MUEREN» es un poema con cierta dosis de autocrítica en la tercera y última sección: «POE-FUTURO». Y, de hecho, me hace pensar: ¿cuál es el lugar de la poesía en nuestro presente? ¿Cuál te parece que es el papel del poeta en el mundo de hoy?

 

Siempre nos vamos a hacer esa pregunta, porque como dice Susy Shock, una artista argentina muy importante: «el lenguaje se va transformando en el tiempo». Las personas usamos el lenguaje, hemos creado el lenguaje, y hemos creado la ciencia también. Hemos hecho todo por sobrevivir en este planeta hermoso y hostil. Yo no puedo contestarte esa pregunta. Pero puedo dar mi opinión personal. Yo considero que la poesía siempre será lo que sea corrosivo a través de su lenguaje.

Escribamos poemas que sirvan. Existen poemas que hablan sobre la ecología y la extinción de la naturaleza. Eso también lo estamos haciendo los seres humanos. Fabriquemos un lenguaje que hable de nuestros contextos históricos. Tenemos miles de problemas, pero también tenemos un cerebro que nos ayuda a crear; nos ayuda a inventar, o al menos a proponer algo interesante y nuevo. Existe la poesía que pasa del lenguaje al video, tal como yo he intentado producir en Tik tok. Pienso que es una red social audiovisual que también nos ayuda a trascender ese lenguaje. La poesía del presente es la disidencia. La disidencia ante el sistema. Y para ser más atrevida, considero que la poesía del presente es el anti-cistema. El cistema es el que está dentro del espectro neurotípico. El ciudadano de a pie lo fabrica. El que fabrica la poesía es el obrero de la poesía. El que no tiene los privilegios del dinero, pero sí el privilegio del conocimiento. Y cada vez que investiga, puede lograr creaciones nuevas. Ese obrero de la poesía forma un talento. Nace con uno, luego produce. El poeta de hoy trabaja su poesía a la vez que trabaja por una remuneración digna o suficiente para no pasar hambre ni sed. Y en conclusión para no morir. Ese es el poeta de hoy.

 

Por supuesto, ese es el drama del escritor moderno. Desde que murieron los mecenas, la poesía está entre lo que sería un pasatiempo y un trabajo. Lo primero porque no vende como se espera en el mercado y lo segundo porque no es un ejercicio que se pueda tomar a la ligera. De ahí la idea del oficio simbólico. ¿Piensas que ser poeta es un oficio? ¿Una ocupación sin garantes de ganancia, pero relevante en su aporte al capital simbólico de la sociedad?

 

Es ser obrero, creo haberlo respondido ya. Por eso se le llama “obra” poética. El poeta en Latinoamérica no puede estar alejado de los obreros. Por más que sea un privilegiado que viva en la mejor zona del país. Si no ha salido nunca de su burbuja, ¿cómo va a conocer un tema? La teoría está en los libros, pero la práctica hace al maestro. Por eso somos obreras del arte algunas poetas; tenemos trabajos de obrera. Nos remuneran el sueldo mínimo o menos, y nos pagan con recibos por honorarios. Vivimos en una especie de anarquía. Existen las poetas que sí viven del arte, pero tienen que volverlo interdisciplinario y abarcar otras artes como el teatro o la música; en mi caso, el lenguaje audiovisual, porque es el que manejo y me gusta. También soy bailarina y hago teatro desde la infancia, son aprendizajes que quedan en la memoria. Aprender a trabajar de ambulante desde niña también está en la memoria; y escribir sobre eso es muy importante para conocer la realidad de una sociedad o de un grupo de personas que conviven en un espacio geográfico. No obstante, podría decirse que sí, ser poeta en Perú es un oficio, definitivamente. No porque queramos, sino porque así nos tiene el sistema.

 

En esta última sección también hay varios poemas que están marcados por la pandemia. Y si debo resumir esa experiencia, diría que fue un malestar entre precariedad, tedio e impotencia. Precisamente eso me transmiten poemas como «Hola, tengo 23 años y jamás bes黫Cuarentena 2020» y «Oda al coronavirus…». ¿Qué puedes contar de tu experiencia en ese acontecimiento tan duro para la humanidad? ¿Cómo llegaron estos poemas? ¿Vinieron rápido? ¿Tomaron su tiempo?

 

Vinieron relativamente rápido, gracias al aislamiento. Yo estaba viviendo sola en un departamento al lado de la casa de mis padres y ellos se contagiaron de covid en el primer semestre del 2020. Mi padre, lamentablemente, falleció después de mi cumpleaños en el 2020. Para mí fue un golpe muy duro. Estuve en una depresión muy fuerte, busqué la autodestrucción luego del fallecimiento de mi padre. Mi madre logró sobrevivir de milagro. Como ya sabemos, colapsó el sistema de salud en los hospitales en el 2020. Mi madre es del Valle del Mantaro, mi padre era de Chalhuanca, Apurímac. Me enseñaron mi cultura, mis raíces. Esos dos valles de donde vienen ellos me hizo más feliz la vida. A veces, ser completamente capitalina te vuelve capacitista. Te vuelve sordo ante la sociedad. A veces ciego también. Y yo empecé a escribir lo que sentía en esos momentos de encierro.

 

En una entrevista con Enrique Sánchez Hermani, mencionaste que encuentras tu filosofía del lenguaje al entrar en un modo neutral producido por unos fármacos recetados para el Transtorno de la Personalidad Limítrofe. ¿El poema «LICUADORA» alude a este modo neutral?

 

No solo a eso. Estoy diagnosticada con depresión severa. Y, hace poco, me enteré que soy una persona con asperger (autista) y que tengo una buena memoria selectiva.

 «Licuadora» habla de esos fármacos. Alguna vez me recetaron clonazepam; me creaba adicción y me producía lagunas mentales. Pero también de la depresión, que en pandemia fue en aumento por el estrés severo que se vivía en San Juan de Lurigancho, el distrito más lleno de personas de Lima y uno de los más grandes y llenos del Perú.

 

Lucía Carvalho observó en tu poesía una estética pop. ¿Definirías tu poesía de ese modo? ¿Es poesía pop?

 

Sí. Lucía tiene muy buen ojo para las vanguardias. Lógicamente, tengo influencias del pop. Estaba en el colegio en los dos miles, en Barrios Altos, Lima; nunca encajé con mis amistades del todo. Yo siempre he sido la diferente del grupo. Por eso me vinculé con la música y preferí imaginar que tenía amigos y que era una estrella pop, que era como varias compañeras del colegio; lo hacía en soledad. Todavía en esos tiempos vivía violencia dentro de mi familia. La música me salvó en todas las ocasiones. Hasta el día de hoy, la música es importante para mí, como persona y como artista; sobre todo, como escritora. Es una compañía saludable, me ayuda también en mi proceso creativo.

 

Es curioso, en las últimas décadas del siglo pasado el rock tuvo ciertas coincidencias y paralelos con el ímpetu de los poetas. Ahora tal vez se puede decir lo mismo del pop. ¿Tienes en mente a algunos otros exponentes de la poesía pop aquí en Perú o en otras partes del mundo?

 

La primera vez que vi a alguien hacer pop-poesía fue en el centro de Lima, vi al poeta Giancarlo Huapaya. Él mezcló poesía y música. Luego de eso no lo he visto otra vez. Veo las coincidencias musicales bastante claras en mucha poesía publicada y no publicada. Los poemas son canciones. En mi proceso creativo está la lectura en voz alta para poder construir mejor el texto. En otras partes del mundo…. Rocío Cerón en México ha trabajado mucho el sonido dentro de la poesía y la poesía sonora. Si la buscas en Google, encontrarás su página web con toda la información.

 

                      ¿Algunos poetas contemporáneos que recomiendes?

 

En Perú están: Lourdes Aparición, Gloria Alvitres, Dina Ananco, Ana Varela, Santiago Vera, Jorge Ccoyllurpuma y Tilsa Otta; quienes fabrican y escriben poesía histórica y sensible, muy interesante. Ellos también experimentan con otros sonidos de la poesía, otras narrativas dentro de la poesía y otros lenguajes también. Están exponiéndose ante el mundo mostrando una verdad colectiva, y eso cuenta claramente qué está ocurriendo en Perú.

 

 

 

 

16 de septiembre del 2024









[1] Fiorella Terrazas Espinoza a.k.a. Fioloba (Lima, Perú 1990). Es contadora y comunicadora. Es autora de Cam Girl y otros poemas (Dulzorada, 2021) Integró la Antifil. Integró Plástico. Revista Virtual de Literatura de México. Ha publicado fanzines desde el 2010. Hace videopoesía.

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