martes, 16 de enero de 2024

Reseña sobre «La medusa» de Augusto Aguirre Morales

 

AGUIRRE MORALES, AUGUSTO: LA MEDUSA.

AREQUIPA, LA TRAVESÍA E. I. R. L, 2019, 91 PP.[1]

 

 

Fidel Augusto Huachohuillca Leguía[2]

 

 

En 1916 se publicó la primera y única edición (hasta hace poco) de La medusa, una novela corta o también conocida como noveleta que, a pesar de su singularidad, pasó durante mucho tiempo desapercibida para el canon literario peruano. Sin embargo, no lo fue para la comunidad intelectual, existen notas referidas en diarios como La República hechos por el nobel Mario Vargas Llosa y el reconocido antropólogo y escritor Rodrigo Montoya. Asimismo, su autor, Augusto Aguirre Morales (1888, Arequipa) mantuvo una profunda amistad con intelectuales de la talla de Abraham Valdelomar y José Carlos Mariátegui, contemporáneos suyos con los cuales conformó una generación abocada a la exploración y manifestación de nuevas formas estéticas dentro de la literatura.

Tuvo que pasar un poco más de un siglo para que las nuevas generaciones puedan disfrutar de la reedición de La medusa. Es gracias a La Travesía Editora que es posible llevar a cabo una loable labor en el rescate de esta obra literaria y estimular el interés en el resto de la producción literaria de Aguirre Morales. Existen muy pocas referencias que hagan posible un balance sobre este libro, por ello resulta sumamente pertinente que se redescubra un texto que formó parte de los cimientos del género narrativo moderno en el Perú.

Esta reedición contiene un prólogo, 16 capítulos y un epílogo, solo la última parte es la única añadida en este nuevo tiraje de 500 ejemplares. El libro cuenta con una hermosa portada que luce un ambiente marino y en el extremo superior se visualiza una medusa que parece recibir un resplandeciente color por parte del reflejo que muestra el ocaso del sol. Mientras en la contraportada se puede leer una breve apreciación del escritor limeño Gustavo Faverón. De igual manera, contiene una solapa en la que se puede observar una corta semblanza del autor arequipeño que se alude a su participación en los periódicos de su época, su amistad con Valdelomar y se hace menciones a sus demás textos literarios, de los cuales aún se conserva cierto conocimiento.

Por lo demás, se mantiene la dedicatoria y prólogo redactado por Augusto Aguirre Morales. Igualmente, es imposible deprenderse de esa sensación que nos transmite el narrador al adentrarnos en un mundo que encierra terribles episodios, los mismos que suscitan inquietudes en el protagonista, y que, por si no fuera poco, se van relatando la mayor parte de la historia en primera persona. Dicho personaje funge como verdugo de la voz narrativa, pues, el desempeño de cada palabra puede parecernos una catarsis, pero también es una reminiscencia a las acciones del enunciador. Por lo tanto, depende de cómo lo entendamos, la escritura puede significar un descargo de las emociones resguardadas en la psiquis de quien relata los hechos o, por otro lado, puede conllevar al acto de revivir momentos turbadores que más bien sopesan en el narrador. Producto de ello da como resultado esta particular noveleta en la que se perciben matices psicológicos, filosóficos y poéticos.

El narrador-protagonista vive en medio de una crisis existencial que se percibe a través de las constantes cavilaciones que emite y dan cuenta de la pequeñez que esta encarna ante el vasto universo del cual forma parte. Del mismo modo, hay una especie de historia paralela que vincula al protagonista con una mujer que viene a ser la persona amada y anhelada por él, pero ella vive junto a su bebé y un hombre que la maltrata cada vez que se le presenta la ocasión. No cabe duda de que lo más atrayente es el tema que se cuece en el texto, pues a pesar de alternar características colindantes entre la reflexión y la descripción, se concibe, además, un sentido pesimista de la vida.

El primer capítulo inicia con la siguiente frase: “La vida es una espiral eterna de tentáculos de medusa”[3], a partir de ahí se denota el vínculo de la vida con este animal invertebrado habitante de los mares. Pero, ¿qué tiene que ver una medusa con la vida? ¿qué relación guarda lo uno con lo otro? Una primera impresión puede captar el carácter sensorial que despliega la medusa, el tener una piel (si así podemos decirlo) bastante sensible lo hace un animal perceptivo a los movimientos de otros seres marinos con los que habita en el océano. Aquello puede dejar entrever la fragilidad del ser humano frente al mundo, mejor dicho, aún, el hombre no se puede comparar con la infinidad que presenta el universo. Además, claro está, el otro tipo de sensibilidad al que se puede aludir es la que tiene que ver con los dotes artísticos, pues algo que caracteriza al artista es su capacidad de creación ya sea a través de la escritura, la pintura, la escultura, etc. Así, ambas sensibilidades, la de la medusa y la del artista, son necesarias para sus sobrevivencias.

El carácter conceptual de la obra de Augusto Aguirre Morales se encuentra esgrimido por la reflexión del narrador ante lo que la “medusa” significa para él. Su nimiedad ante la vastedad que el universo se encuentra en reiteradas ocasiones. Se produce la concientización del protagonista y la crisis existencial no se hace esperar para hacerse cada vez más latente. Mientras, en un plano paralelo, su acercamiento a lo femenino se evidencia en el lenguaje que utiliza al referirse a ella, transmite un carácter afectivo. Los rasgos de deseo, sublimación y apreciación estética nos evocan el “enamoramiento” que siente el protagonista. Por lo tanto, resulta posible comprender dos dimensiones: uno reflexivo y uno afectivo.

El plus de esta edición viene de la mano de Fidel Ydme. Un epílogo que nos devela un poco más el sentido que encierra La medusa. Si bien, en su momento, Augusto Aguirre Morales fue considerado como un importante pilar del movimiento Colónida, aparte de ser un amigo íntimo de Abraham Valdelomar, se desconoce que sucedió luego, pues, “quién sabe qué circunstancias se interponen, para que la última entrega de nuestro autor quede insospechadamente distanciada de los estudios sobre aquel increíble año”[4].

Ydme presenta algunas ideas relacionadas al Decadentismo, un movimiento literario que imperaba a fines del siglo XIX en Europa y luego tuvo su paso por Hispanoamérica. Sin embargo, “por sí misma [la corriente decadentista], no pudo ser novedosa para el autor en cuanto influencia, ni para el movimiento Colónida que lo incluye”[5]. Si bien, uno de los propósitos de los estudios literarios es poder sistematizar los textos, además de brindarnos un panorama donde se encuentren clasificados debido a su género o corriente a la que pertenecen; La medusa –sostiene Ydme– comparte particularidades con el Decadentismo. Las novelas dentro de este movimiento “dota[n] a sus protagonistas de un sistema de valores, en cuya faceta conviven actitudes enfermizas, emociones exacerbadas o [un] confinamiento metafísico propio, por exclusión al colectivo”[6].

De esta manera, mediante rasgos puntuales se establece una proximidad con las características que presenta la novela corta de Aguirre Morales. Sin duda alguna, el sentido metafórico es prevalente en la narración del protagonista, pero al tener como premisa que la medusa es lo equivalente a la misma realidad, ¿nos lleva a pensar que resulta un elemento nocivo? Son pocas las referencias bibliográficas a esta excepcional obra, no obstante, vale la pena que las investigaciones no se hagan de esperar y nos brinden nuevas perspectivas de interpretación que enriquezcan nuestra tradición literaria.

 

 

 

La medusa (2019)[7]





[1] Versión corregida. Reseña publicada por primera vez en Nuveliel. Revista de literatura y humanidades. Año 2. Nro 2, pp. 81-84.

[2] Es Bachiller en Literatura por la UNMSM. Ha participado como ponente en el VII Congreso Nacional de Escritores de Literatura Fantástica y Ciencia Ficción y en el Coloquio Interdisciplinario Imágenes y palabras: estudios críticos a los discursos literarios y cinematográficos. Actualmente es integrante del cineclub Voyeur Salvaje y forma parte de un grupo de investigación de ética y literatura (Gdeseyl) en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la UNMSM.

[3] Aguirre Morales, A. (2019). La medusa. Arequipa: La Travesía Editora, p. 13.

[4] Ibídem, p. 83.

[5] Ibídem, p. 84.

[6] Ibídem, p. 85.

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