AGUIRRE MORALES, AUGUSTO: LA MEDUSA.
AREQUIPA, LA TRAVESÍA E. I. R. L, 2019, 91 PP.[1]
Fidel Augusto
Huachohuillca Leguía[2]
En 1916 se publicó la primera y única
edición (hasta hace poco) de La medusa,
una novela corta o también conocida como noveleta que, a pesar de su
singularidad, pasó durante mucho tiempo desapercibida para el canon literario
peruano. Sin embargo, no lo fue para la comunidad intelectual, existen notas
referidas en diarios como La República
hechos por el nobel Mario Vargas Llosa y el reconocido antropólogo y escritor
Rodrigo Montoya. Asimismo, su autor, Augusto Aguirre Morales (1888, Arequipa)
mantuvo una profunda amistad con intelectuales de la talla de Abraham Valdelomar
y José Carlos Mariátegui, contemporáneos suyos con los cuales conformó una
generación abocada a la exploración y manifestación de nuevas formas estéticas
dentro de la literatura.
Tuvo que pasar un poco más de un siglo
para que las nuevas generaciones puedan disfrutar de la reedición de La medusa. Es gracias a La Travesía
Editora que es posible llevar a cabo una loable labor en el rescate de esta
obra literaria y estimular el interés en el resto de la producción literaria de
Aguirre Morales. Existen muy pocas referencias que hagan posible un balance
sobre este libro, por ello resulta sumamente pertinente que se redescubra un
texto que formó parte de los cimientos del género narrativo moderno en el Perú.
Esta reedición contiene un prólogo, 16
capítulos y un epílogo, solo la última parte es la única añadida en este nuevo
tiraje de 500 ejemplares. El libro cuenta con una hermosa portada que luce un
ambiente marino y en el extremo superior se visualiza una medusa que parece
recibir un resplandeciente color por parte del reflejo que muestra el ocaso del
sol. Mientras en la contraportada se puede leer una breve apreciación del
escritor limeño Gustavo Faverón. De igual manera, contiene una solapa en la que
se puede observar una corta semblanza del autor arequipeño que se alude a su participación
en los periódicos de su época, su amistad con Valdelomar y se hace menciones a
sus demás textos literarios, de los cuales aún se conserva cierto conocimiento.
Por lo demás, se mantiene la dedicatoria y
prólogo redactado por Augusto Aguirre Morales. Igualmente, es imposible
deprenderse de esa sensación que nos transmite el narrador al adentrarnos en un
mundo que encierra terribles episodios, los mismos que suscitan inquietudes en
el protagonista, y que, por si no fuera poco, se van relatando la mayor parte
de la historia en primera persona. Dicho personaje funge como verdugo de la voz
narrativa, pues, el desempeño de cada palabra puede parecernos una catarsis,
pero también es una reminiscencia a las acciones del enunciador. Por lo tanto,
depende de cómo lo entendamos, la escritura puede significar un descargo de las
emociones resguardadas en la psiquis de quien relata los hechos o, por otro
lado, puede conllevar al acto de revivir momentos turbadores que más bien
sopesan en el narrador. Producto de ello da como resultado esta particular
noveleta en la que se perciben matices psicológicos, filosóficos y poéticos.
El narrador-protagonista vive en medio de
una crisis existencial que se percibe a través de las constantes cavilaciones
que emite y dan cuenta de la pequeñez que esta encarna ante el vasto universo
del cual forma parte. Del mismo modo, hay una especie de historia paralela que
vincula al protagonista con una mujer que viene a ser la persona amada y
anhelada por él, pero ella vive junto a su bebé y un hombre que la maltrata
cada vez que se le presenta la ocasión. No cabe duda de que lo más atrayente es
el tema que se cuece en el texto, pues a pesar de alternar características
colindantes entre la reflexión y la descripción, se concibe, además, un sentido
pesimista de la vida.
El
primer capítulo inicia con la siguiente frase: “La vida es una espiral eterna
de tentáculos de medusa”[3], a
partir de ahí se denota el vínculo de la vida con este animal invertebrado
habitante de los mares. Pero, ¿qué tiene que ver una medusa con la vida? ¿qué
relación guarda lo uno con lo otro? Una primera impresión puede captar el
carácter sensorial que despliega la medusa, el tener una piel (si así podemos
decirlo) bastante sensible lo hace un animal perceptivo a los movimientos de
otros seres marinos con los que habita en el océano. Aquello puede dejar
entrever la fragilidad del ser humano frente al mundo, mejor dicho, aún, el
hombre no se puede comparar con la infinidad que presenta el universo. Además,
claro está, el otro tipo de sensibilidad al que se puede aludir es la que tiene
que ver con los dotes artísticos, pues algo que caracteriza al artista es su
capacidad de creación ya sea a través de la escritura, la pintura, la
escultura, etc. Así, ambas sensibilidades, la de la medusa y la del artista,
son necesarias para sus sobrevivencias.
El
carácter conceptual de la obra de Augusto Aguirre Morales se encuentra
esgrimido por la reflexión del narrador ante lo que la “medusa” significa para
él. Su nimiedad ante la vastedad que el universo se encuentra en reiteradas
ocasiones. Se produce la concientización del protagonista y la crisis
existencial no se hace esperar para hacerse cada vez más latente. Mientras, en
un plano paralelo, su acercamiento a lo femenino se evidencia en el lenguaje
que utiliza al referirse a ella, transmite un carácter afectivo. Los rasgos de
deseo, sublimación y apreciación estética nos evocan el “enamoramiento” que
siente el protagonista. Por lo tanto, resulta posible comprender dos
dimensiones: uno reflexivo y uno afectivo.
El
plus de esta edición viene de la mano de Fidel Ydme. Un epílogo que nos devela
un poco más el sentido que encierra La
medusa. Si bien, en su momento, Augusto Aguirre Morales fue considerado
como un importante pilar del movimiento Colónida, aparte de ser un amigo íntimo
de Abraham Valdelomar, se desconoce que sucedió luego, pues, “quién sabe qué
circunstancias se interponen, para que la última entrega de nuestro autor quede
insospechadamente distanciada de los estudios sobre aquel increíble año”[4].
Ydme
presenta algunas ideas relacionadas al Decadentismo, un movimiento literario
que imperaba a fines del siglo XIX en Europa y luego tuvo su paso por Hispanoamérica.
Sin embargo, “por sí misma [la corriente decadentista], no pudo ser novedosa
para el autor en cuanto influencia, ni para el movimiento Colónida que lo
incluye”[5].
Si bien, uno de los propósitos de los estudios literarios es poder sistematizar
los textos, además de brindarnos un panorama donde se encuentren clasificados
debido a su género o corriente a la que pertenecen; La medusa –sostiene Ydme– comparte particularidades con el
Decadentismo. Las novelas dentro de este movimiento “dota[n] a sus protagonistas de un sistema de valores, en cuya
faceta conviven actitudes enfermizas, emociones exacerbadas o [un] confinamiento metafísico propio, por exclusión al colectivo”[6].
De
esta manera, mediante rasgos puntuales se establece una proximidad con las características
que presenta la novela corta de Aguirre Morales. Sin duda alguna, el sentido
metafórico es prevalente en la narración del protagonista, pero al tener como
premisa que la medusa es lo equivalente a la misma realidad, ¿nos lleva a
pensar que resulta un elemento nocivo? Son pocas las referencias bibliográficas
a esta excepcional obra, no obstante, vale la pena que las investigaciones no
se hagan de esperar y nos brinden nuevas perspectivas de interpretación que
enriquezcan nuestra tradición literaria.
La medusa (2019)[7]
[1] Versión corregida. Reseña publicada por primera vez en
Nuveliel. Revista de literatura y
humanidades. Año 2. Nro 2, pp. 81-84.
[2]
Es Bachiller en Literatura
por la UNMSM. Ha participado como ponente en el VII Congreso Nacional de
Escritores de Literatura Fantástica y Ciencia Ficción y en el Coloquio
Interdisciplinario Imágenes y palabras: estudios críticos a los discursos
literarios y cinematográficos. Actualmente es integrante del cineclub Voyeur
Salvaje y forma parte de un grupo de investigación de ética y literatura
(Gdeseyl) en la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la UNMSM.
[3] Aguirre
Morales, A. (2019). La medusa.
Arequipa: La Travesía Editora, p. 13.
[4] Ibídem,
p. 83.
[5] Ibídem,
p. 84.
[6] Ibídem,
p. 85.
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