martes, 16 de enero de 2024

Reseña sobre «Contrateorías» de Carlos Arturo Caballero Medina

 

CARLOS ARTURO CABALLERO MEDINA: CONTRATEORÍAS. ESTUDIOS DE CRÍTICA LITERARIA, QUIMERA EDITORES, AREQUIPA, 2017, 379 PP.[1]

 

 

Luisa Andrea Calderón Vite[2]

 

 

En Contrateorías. Estudios de crítica literaria, Carlos Caballero pone en evidencia la urgente necesidad de emprender una crítica genuinamente latinoamericana, actividad que implica la elaboración de una epistemología propia que permita generar una interpretación y desenvolvimiento crítico lejos de formalismos y estructuras que sobrevienen en la imposibilidad de leer y entender la realidad de nuestros propios discursos.

El texto ofrece una experiencia enriquecedora y didáctica, pero sobre todo muy personal. En palabras del autor, esta es resultado de una primera mirada crítica de naturaleza historiográfica, emotiva e inmediata a una mucho más comprometida y completa, una «militancia crítica»; notable en la obra y lograda con precisión. Cabe añadir, consecuencia de la práctica de este tipo de perspectiva hacia todos los discursos, que no solo concierne a los de índole literario, sino también cinematográficos, políticos y referentes a la blogósfera; tal cómo avizoraba en La mirada virtual (2016). Colegimos, entonces que la crítica necesariamente debe ser plástica, no lejana a contextos cercanos y cotidianos; un instrumento vital y de constante ejercicio. Asimismo, ha de ser fundamental para hacer de las experiencias de lectura, más allá de un goce inmediato, algo que nos permita entender que todos los discursos deben ser discutidos, deconstruidos y, sobre todo, situados.

El libro está compuesto por una breve introducción y tres capítulos, que a su vez se componen por artículos y ensayos: “Mario Vargas Llosa, literatura y política”, “Contrateorías”, “Novela y Violencia Política”. Es preciso señalar que cada una de estas secciones no albergan pretensiones totalizadoras o adoctrinantes. No obstante, sí implican una atenta lectura y dominio teórico básico, importante para un tránsito adecuado en el texto que garantice además de la comprensión de la obra, una oportuna interpretación y posterior ejecución.

El capítulo “Mario Vargas Llosa. Literatura y política” se compone por cuatro trabajos académicos que versan sobre la actividad del escritor peruano (Nobel de Literatura, 2010) en la ficción y la crítica literaria. Del mismo modo, se expone también su teoría de la novela, en la que Vargas Llosa sostiene la importancia de separar la novela de la realidad. En ambos tipos de textos emana un discurso que pese a haberse generado desde vertientes políticas distintas, en el transcurrir de su carrera literaria, poseen una mirada hegemónica.

Es conveniente precisar que desde aquí se evidencia la lucidez con la que Caballero realiza estos planteamientos, dado que muchos de los cuestionamientos sobre la crítica de Vargas Llosa se han respondido de forma subjetiva e incluso mordaz. No obstante, el abordaje del autor permite tener los recursos que no solo dan cuenta de la ideología de Vargas Llosa, sino también del porqué de la misma, lejos de cualquier apasionamiento o personalización. Entre ellos, es oportuno destacar el trabajo sobre Historia de Mayta (1984) y la obra de Arguedas en La Utopía Arcaica (1996); pues en esta última se analiza la concepción que sobre el indigenismo posee Vargas Llosa, resultando contradictorio con respecto a la mirada crítica hacia la literatura peruana.

“Contrateorias”, quizá la sección elaborada con mayor pericia e indagación, consta de cuatro artículos; desde el primero se propone la necesidad de generar una crítica disruptiva mediante el acercamiento al concepto de "sabotaje crítico" de Manuel Asensi Pérez: cuestionar los discursos hegemónicos en relación a nuestro contexto sociocultural.

En el segundo resalta lo fantástico y su semejanza con la virtualidad en “La noche bocarriba” de Julio Cortázar sin perder relación con el psicoanálisis, los sueños y la realidad, por lo que es una invitación a realizar procesos intertextuales. El simplismo del poeta Alberto Hidalgo, en relación a su propuesta estética, constituye el tercer artículo; y, por último, “Contrateoría: el malestar de la crítica” evidencia que lo contestatario de la crítica debe empezarse desde una mirada atenta a los presupuestos teóricos empleados.

De acuerdo al autor, la contrateoría implica volcar la teoría contra sí misma, dejar de instrumentalizarla y esquematizarla para una interpretación antojadiza y parcializada que impide la reflexión. Toda teoría al ser concebida, posee un marco político o ideológico que de una forma u otra explica su naturaleza, pese a esto todas han coincidido en la generación de una serie de interrogantes o contrapuntos que ponen en discusión lo hegemónico y se contraponen al mismo y sus discursos. Al día de hoy, sin embargo, la aplicación teórica consiste en un discurrir notoriamente técnico, dado para la perpetuación de una instrumentalización acrítica; ello explicaría que gran parte la crítica nacional y latinoamericana haya permanecido durante largo tiempo sujeta al uso y enseñanza de presupuestos de corte estructuralista, que han dado como resultado enunciaciones laxas y alejadas de premisas que las hagan verdaderamente significativas.

El autor propone entonces, tomar distancia de aquello que nos inhabilita con respecto a la concepción del pensamiento crítico; así pues, debe hacerse frente y reflexionar sobre los alcances que la posmodernidad, la cual devino en la comercialización y futilidad de la enseñanza; y lo neoliberal, que apelando a lo inmediato ha restringido severamente los procesos de reflexión, dando como resultado el ausentismo de una verdadera critica en la crítica.

La falta de ejercicio de una interrogación constante ha dejado lugar a una crítica indiferente y hasta por momentos complaciente con elementos del poder, nada dialogante e incluso inaccesible. La contrateoría no pretende engendrar un discurso que neutralice el resto de perspectivas que puedan brindar los diversos presupuestos, contrariamente, propone generar una crítica cuestionadora ejercida con la conciencia de una precisa adaptación y estudio de estas.

Dado que la práctica de una teoría se genera incluso antes de aplicarla sobre un determinado objeto de estudio, constituye entonces una actitud interpretativa que plantea generar una verdadera coherencia y ejecución en todo el proceso, lo que implica un constante cuestionamiento de aplicación y contraste en sus presupuestos.

La última parte de la obra, “Novela y violencia política” gira en torno a las relaciones de poder y discurso entre la novela peruana y la violencia política, en unas de las décadas de mayor conflicto en el país: los ochenta y parte de los noventa. La revisión de la crítica efectuada a algunas novelas de Perú y Argentina no es gratuita, lo expuesto en “Contrateorías” (segunda sección del libro) cobra fuerza en este punto. Dado que existen presupuestos teóricos que, al ser abordados desde una perspectiva lejana, no concatenan con los discursos latinoamericanos; haciendo que se genere una interpretación simplista sobre estos, como lo vemos con la idea de comunidad en la novela Candela quema luceros (1988) de Félix Huamán Cabrera, que aborda la violencia del Estado y su ejercicio de un discurso hegemónico frente a la comunidad andina con su propio ideario. Igualmente, se hace una revisión de lo que la crítica ha dicho sobre La hora azul (2005), novela de Alonso Cueto. Más adelante, a través de Michel Foucault, el autor analiza Ciencias morales (2010) del argentino Martin Kohan, donde se visualiza el ejercicio del poder a través de sus instituciones y cómo de forma progresiva e insospechada modifica el pensamiento de los individuos; este artículo recurre bastante al pensamiento del reconocido filósofo francés. En este caso, en Ciencias morales, dicha institución es, oportunamente, la escuela. Por último, en Retablo (2004) de Julián Pérez Huarancca, se propone una entrada psicoanalítica desde Julia Kristeva, la cual habla sobre la violencia política en el Perú.

El libro se cierra con una precisa bibliografía que da cuenta de la solidez del texto. Agregar estos términos resulta ser un prometedor aporte para los estudios de crítica latinoamericana desde nuestra región. Esta propuesta toma en cuenta los aciertos y limitaciones de las teorías literarias a fin de ejemplificar un juicio precavido, así como una iniciativa para repensar los estudios literarios en nuestros propios espacios. Además, cabe mencionar la relevancia de reorientar los remanentes críticos hacia las otredades literarias, cuya prevalencia persiste fuera de los discursos canónicos o hegemónicos; subjetividades que necesitan una mirada legitima para generar una verdadera experiencia “emancipadora” a través de la crítica.







[1] Versión corregida. Reseña publicada por primera vez en Nuveliel. Revista de literatura y humanidades. Año 2. Nro 2, pp. 65-69.

[2] Egresada de la Escuela Profesional de Literatura y Lingüística, UNSA. Docente de lengua y literatura. Certificada por Minedu en Pensamiento crítico y creativo y Desarrollo de las competencias socioemocionales.

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