PRESENTACIÓN
[Editorial]
«Nuveliel tu
reino es el estremecimiento vertiginoso
habla y que tu
palabra convulsa
sacuda esta niebla de lógicas humeantes»
Aníbal
Portocarrero
Los hábitos
de difusión cultural no han cesado desde hace un siglo; más aún, la recurrencia
a periódicos, revistas y –claro está– libros, fue un hecho ineludible tanto
para artistas como intelectuales de casi toda época. Rememorar la tarea de El Mercurio Peruano y La Prensa hasta la de Colónida y Amauta es suficiente para notar el dinamismo inherente a toda
propuesta cultural, uno que no solo caló en dichas entidades canónicas, sino
también entre aquellas que presentaron una condición desigual en el Perú.
Asimismo, ello causó el desencanto de una probabilidad homogénea para una sola
tradición o una sola historia; la presencia del Boletín Titikaka, la emergencia de El Aquelarre, entre otros medios, brindaron no solo visibilidad de
sus respectivos territorios, sino además facultaron el diálogo con las
entidades canónicas.
Nuveliel solo busca prolongar este hecho, crear un espacio de
diálogo y debate, abrir sus puertas al talento que se proponga no solo en el
territorio arequipeño, sino también latinoamericano. La virtud más fulgente de
la tradición arequipeña abala esta ética, pues nos permite asimilar raíces tanto
autóctonas como extranjeras. Asimismo, el arquetipo que ostenta el nombre de
nuestra impronta, asume una condición fragmentada que bien su creador –Aníbal
Portocarrero– ubicó en un mundo devastado por asumir la condición humana antes
que un numen inmanente. Nuveliel, un ángel humanizado, «vestido de esperanza y tierra», vislumbra el curso de un
ser en un espacio heteróclito, al igual que nuestra impronta en una nación heteróclita.
No
se trata de articular Arequipa al mundo, sino de articular el mundo a Arequipa.
La actividad humanística está vigente en este rincón del absoluto, pero
necesita encontrarse con las vecinas para alimentar sus límites cognoscitivos
de manera recíproca. Por consiguiente, bienvenida sea la crítica, la reflexión
y el arte literario –por no decir humanístico– en nuestras páginas, cuya
composición es indudablemente miscelánea. Estaremos por siempre agradecidos con
quiénes contribuyan a erigir este proyecto y seguir nuestra tradición, si
creemos como Mariátegui que la tradición es heterogénea y contradictoria.
Arequipa, Agosto de 2019